Querido diario, me siento mayor. La probabilidad de encontrar un punto del cuerpo que no me duela tras un partido es mas remota que a Belen Esteban le den el premio Cervantes. No tengo estudios de medicina, pero creo que soy capaz de enumerar de la A a la Z cada una de las posibles lesiones descubiertas en la medicina deportiva y las que aún no han recibido nombre soy capaz de señalarlas. Solo espero que algún sindrome post-partido lleve un dia mi nombre en honor a su descubridor. Creo haber hallado el proceso de envejecimiento del futbolista. Deberá ser otro científico mas dotado en el campo genético quien ponga remedio a estos males. Yo por el momento voy a enumerar el decálogo de los sintomas por los cuales te pueden considerar un vejestorio.
1º.- Cuando durante un partido eres incapaz de insultar a un contrario por la falta de aliento en los pulmones no debes relacionar la religión con la biologia. Es decir, la ira (para los que se pelaban el catecismo, uno de los siete pecados capitales) no influye en el funcionamiento del intercambio de oxigeno en los pulmones. Quizás si hay una que pueda influir, la gula, demasiado habitual entre el "veterano".
2º.- Si jamás entendiste la teoria de la relatividad general de Einstein y de repente oyes una voz en tu interior "Eureka, lo entendí". Estando en el campo, compruebas como el tiempo es relativo, no transcurre de la misma manera para ti y tu rival. Tú nunca llegas a "tiempo"
3º.- Si disimulas cuando el entrenador gira su cabeza hacia el banquillo, clava su mirada en tí y escuchas "calienta". Te acojonas, tiemblas y piensas que el problema no es calentar, es estar quemado.
4º.- Cuando termina el partido y sabes que debes estirar pero no lo haces por si te enfrias en el proceso y te quedas en una postura extraña, acartonado durante dias. Se conocen casos que hasta la temporada siguiente han conservado la misma forma.
5.- Cuando vas a ducharte tras el partido, andas como un pato hacia las duchas y muy sutilmente disimulas haciendo ver que son las chanclas que te vienen grandes y no esa enorme agujeta que empieza a crecer desde tu nuca hasta el pie.
6º.- Una vez duchado y vestido te diriges con porte altivo con tu cepillo y/o peine y demás mejunjes para el cuero cabelludo hacia el espejo. ¿Que esperas encontrar, la melena del rey león? ¿Donde queda aquel peinado a lo Travolta?¿Qué fué de aquella preciosa raya en medio? Finges que te peinas cuando en realidad solo colocas los cuatro pelos en posición de calle rezando por que esten los cuatro que habian esta mañana. Este fenómeno es similar a la migración de las planicies africanas. Se traslada de la cabeza al pecho y/o espalda e incluso en años de sequia hacia el pompis adoptando formas tupidas y rizadas.
7º.- Efecto parchis con síndrome del camello invertido. Teroria revolucionaria que trataré de explicar. Tras el partido, justo en el bar de enfrente, el "veterano" es capaz de ingerir grandes cantidades de cerveza que acumula en una joroba delantera justo debajo del pecho y al que suele llamar abdominal prominente en un acto de gran autoestima. Tras la ingestión de este líquido se produce el efecto parchis, en el que un acto realizado durante el partido es magnificado a una escala 20 veces superior. Es decir, se come una y cuenta veinte.
8º.- Euforia efervescente. Tras llegar a casa, una de las frases mas habituales quizás ubicada en el código genético masculino es la de "No te preocupes cariño que sí te voy a llevar de cena y después de fiesta". Esta efervescencia es cuantificada por los doctores Karls y Berg en un máximo de 12 min. A partir de este tiempo el "veterano" sufre el sindrome del bocazas, "si me hubiese callado a tiempo y reconocido que estoy muerto ya estaría en el sofá..." Hay mas frases típicas dentro de ese código genético como la de "Tranquila que hoy cumplo como un campeón". En fín, esto es de otro libro y hoy no he venido a hablar de mi libro.
9º.- Tratamiento de respeto. Consiste en que, aunque a rastras, has conseguido salir al pub de moda. Una vez allí, llevado por la euforia y el alcohol agitas sin pudor todas las partes de tu cuerpo creyendo ingenuamente que ese conjunto de movimientos aleatorios se llama "bailar" y además si todo el mundo te mira debe ser por que lo haces bien. Ingenuo. Entonces se produce un cruce de miradas, esa chica que te mira, sonrie, se acerca a tí y dulcemente te dice hola delante de tus amigos. Sacas pecho, te pavoneas, te mesas los cuatro pelos, saludas e ingenuamente le preguntas..."¿De que me conoces, baby?"... a lo que ella con la mejor de sus sonrisas y con esa malicia de mujer te confiesa en voz alta para que sea de dominio público ..."USTED IBA AL COLEGIO CON MI PADRE". Momento tras el cual decides que ha llegado la hora de hacer eso que llevas deseando desde que termino el partido, ir a la cama.
10º.- Penitencia. Tras despertar a la mañana siguiente, sin hacer ruido rezando por que alguien no pida guerra, incorporas el cuerpo. Esperando que las heridas hayan sanado después del sueño reparador, colocas los pies en el suelo, y decides incorporarte. Momento en que sientes como tu cuerpo activa el DEFCON 4. Alarma total de sistemas, todas las terminaciones nerviosas, como en una huelga a la japonesa deciden transmitir el dolor al unísono. Las decisiones deben ser rápidas, eficaces, honrosas, no hay mas remedio...te arrodillas y a gatas, en gayumbos esperas ser capaz de llegar al baño. Después de aliviar y comprobar que ya ni siquiera recuerdas los dias de Morning Glory, tu único objetivo es ser capaz de llegar al mejor desayuno que puedes soñar, IBUPROFENO.
INSTALACIONES XÀTIVA
Hace 7 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario